...Ah, Mariana Mariposa, el fuego que arde tierra adentro escapa y es un ave; Danza la tarde su recuerdo en el cuerpo trémulo del árbol; Hay que morirse para ser uno mismo y alcanzarse. Ay, Mariana Mariposa, no soy nada en esta noche inmensa. ¡No soy nada y es como si nunca te hubiera conocido! En esta noche sin fronteras, un segundo sigue a otro segundo Igual que una ola sigue a otra que le aguarda; En esta hora absurda y girante en que te espero, Estoy inventando océanos igual que espejos Para regresar puntual al mismo instante Y descubrirte en las blancas luces de tu duelo; En esta noche interminable, un segundo sigue a otro, Como un arco en el tiempo, como un cazador de silencios. No hagas más preguntas, cruza al escenario de mis ojos. Ya lo ves, me he enamorado de ti como un chiquillo, Y este gozo sin palabras es más que simple metafísica, Más que una metáfora o cualquier sopa de letras, Mucho más que un simple recurso intelectual de archivo: Este quererte cotidiano se parece más a un vaso de agua En los días calurosos de todos los veranos; Es un pájaro que canta, una araña que se descuelga en mi ventana, Nubes que son nubes, manzanas que saben a manzanas; Es salir un día de campo con amigos, Y verte cabalgar a lomos de un caballo -Más hermosa aun que cuando vas sobre los hombros de la luna; Es sentarse a leer bajo la sombra de los eucaliptos, Y ver que los niños siguen siendo niños Y que este libro no es otra cosa que mi libro; Es reunirse junto al fuego en una noche fría Donde las estrellas sólo son estrellas Y el vino con el que brindamos sólo sabe a vino; Este quererte cotidiano, al fin, es tan sencillo Como esperar que sea domingo para verte. Sí, como un vaso de agua en los días calurosos de todos los veranos. Pero quererte es también a veces una duda, Un temor a flor de piel inexplicable. Hay noches en que quererte es una pregunta Que tus ojos no responden, que tu cuerpo desafía. Noches terribles bajo un cielo innumerable Donde cruzo el arco que te guarda, Y te busco extraviado entre las olas, Olvidando antiguos rostros, mundos maremotos, Alientos que probé, bocas tibias que me amaron, Y este estigma circular, este sino que me abrasa; Noches de naufragio donde mis dedos se rebelan Y agitan su bandera verde y salvaje contra el cielo, Como si quisieran sumarse a la furia del viento, Del viento que inunda el espacio con rojos aéreos y melancolía (Es ahí, en aquellas noches, que el Sueño se detiene como si quisiera esperarte, Y yo tengo que decirle que vendrás, que regresarás finalmente a despertarle). ¡Ábreme tus alas para que descanse este vacío, Mira que estoy llorándote como si hubieras muerto, Como si tu cuerpo hubiera abandonado al mío! ¡Ábreme tus alas, Mariposa, y déjame volar contigo Hasta los límites del mar y el infinito! Déjame contarte el secreto de mi boca con mi boca; Revelarte las sombras y el deseo oculto de tenerte aquí conmigo; Pedirte que me quieras siempre en todo instante Para que tu nombre vaya existiendo en lo profundo, E inventarte entre mis ojos y en mis brazos Para abrir la hora de mi encierro y de mi carne, Hasta que sepas finalmente que te quiero, Que te quiero cuerpo adentro, Mariana Mariposa. (¿Quién eres tú, la que me escucha, Y qué hora ésta en que me habla la nostalgia De un sueño que nunca acabo de sembrarte? ¿Quién soy yo mientras escribo?) He venido a desnudarme frente a ti, libre de mi nombre, Para celebrarte con las alas de un pueblo soberano, Para lloverte este amor, vástago del Sueño. Estas son las manos que siguen presurosas a mi pensamiento, Y tú, Mariana, la palabra detrás del pensamiento. En esta noche núbil que todo lo devora, En este mar nocturno de Araucaria, Eres la única palabra que habita el Silencio: mi silencio.
© 1985-2024 ra/TS